Prejuicios
Estoy asesinado prejuicios en la madrugada.
Ellos acometen al anochecer, cuando por fin llego vencido a la cama. Antes de poder despejar los fantasmas y entregarme al sueño, los prejuicios llegan canturreando sus profecías inquietantes buscando demoler cualquier viso de placer. Enturbian los sentimientos, confunden con lugares comunes e intentan salir victoriosos en trifulcas dialécticas sobre el ser y el deber ser.
Ya aprendí. Los espero tranquilo pero atento, decidido, con ese poder de fuego que sólo otorgan la pasión y el deseo; los enfrento, sin siquiera discutir y los asesino uno a uno.
Entonces sí, el sueño abraza mi cuerpo y la felicidad retorna con su dulce calma.