miércoles, 28 de agosto de 2013

Ni una sola palabra de amor


Llegó desde el frío exterior, por eso hizo ese gesto de confort al ingresar al cálido recinto. 
Se acercó a la mesa que estaba delante mío y miró dulcemente a los ojos al hombre que allí aguardaba. Él la miró y sonrió. Ella dudó un breve instante, pero luego, decidida, buscó su boca para besarlo de pie. Él se sorprendió con mucho gusto y permanecieron así unos largos segundos, labio contra labio. Ella sonrió satisfecha y se sentó frente a él. Se miraron unos minutos más antes de llamar al mozo. Parecía, desde mi perspectiva, que ambos esperaban este encuentro desde hace tiempo. La mirada de ambos los abrazaba sin tocarse. Él hizo un gesto sutil, ella sonrió francamente. Movió sus labios con dulzura e hizo un gesto suave con los dedos. Él devolvió con otro ademán que la hizo volver a sonreír. La mujer, sordomuda, expresaba su amor con todo su ser, indisimulablemente. Con el amor a flor de piel gritaban con gestos su amor a la vista de todos.